23 febrero 2010

Pranayama por B.K.S. Iyengar




Dualidades tales como ganancia y pérdida, victoria y derrota, celebridad y vergüenza, cuerpo y mente, mente y espíritu se desvanecen por el dominio de las asanas, y el sadhaka pasa entonces al pranayama, cuarta etapa en el camino del yoga.

PRANAYAMA

Lo mismo que la palabra “yoga” tiene un amplio significado, así ocurre también con la palabra “prana”. Prana significa aliento, respiración, vida, vitalidad, viento, energía, fuerza, concepto que considera asimismo el alma como opuesta al cuerpo. Esta palabra se usa generalmente en plural para indicar “alientos vitales”. Ayama significa expansión, extensión amplia o restringida, y pranayama implica de éste modo la extensión de la respiración y su control que se ejecuta sobre todas sus bases, o sea, sobre: 1.- inhalación o inspiración, llamada puraka (llenado); 2.- exhalación o espiración, que recibe el nombre de rechaka (vaciado de los pulmones), y 3.- retención o conservación del aliento, fase que no es ni inhalación ni exhalación, y que se llama kumbhaka. En los textos de Hatha Yoga también se usa el término kumbhaca en un sentido más lato incluyendo las tres fases respiratorias de inhalación, exhalación y retención.


Pranayama es, pues, la ciencia de la respiración, el eje alrededor del cual gira la rueda de la vida. “Al igual que leones, elefantes y tigres deben domesticarse poco a poco y con precauciones, así también el prana debe llevarse bajo control con sumo cuidado y lentamente mediante una gradación dispuesta de acuerdo con la capacidad y las limitaciones físicas de quien lo práctica, de lo contrario este será destrozado”, advierte el Hatha yoga pradipika (cap. II v.16).

La vida de yogui no se mide por el número de días sino por el número de respiraciones, por lo que adopta un tipo de respiración rítmica, lenta y profunda. Este tipo de respiración fortalece el aparato respiratorio, suaviza el sistema nervioso y disminuye las ansias y los afanes y, puesto que deseos y afanes se ven disminuidos, la mente se halla libra y constituye el vehículo adecuado para la concentración.

"El verdadero rechaka (expiración) es el vaciado total de la mente de todas sus ilusiones. En cambio, el verdadero puraka (inspiración) es la realización del “yo soy Atma (espíritu). Y el verdadero kumbhaka (retención) es el firme sostenimiento de la mente en esta convicción. Esto es el auténtico pranayama.”, dice Sankaracharya.

Kariba Ekken, un místico del siglo XVII, dijo: “Si queréis alcanzar la calma espiritual, regulad ante todo la respiración. Cuando ésta se halla controlada el corazón encuentra la paz. Pero cuando la respiración es espasmódica, entonces el corazón se hallará trastornado. Por tanto antes de intentar algo regulad la respiración mediante lo cual vuestro temperamento será suavizado y vuestro espíritu se hallará sosegado”.

La chitta (mente, razón y “ego”) es como un carro uncido a una pareja de potentes caballos. Uno de éstos es prana (aliento), el otro vasana (deseo). El carro se mueve en la dirección del animal más poderoso. Si prevalece el aliento los deseos son dominados, los sentidos moderados, bajo freno y la mente calmada. Si prevalece el deseo el aliento se perturba y el espíritu se halla agitado y en pleno desorden.
O sea, el yogui, con el dominio de la ciencia de la respiración y mediante su control y regularización, obtiene asimismo el dominio de la mente de la que calma el constante movimiento. Durante el ejercicio del pranayama los ojos se mantienen cerrados a fin de evitar todo extravío de la mente. “Cuando mutuamente se han absorbido prana y manas (mente) sobreviene un indefinible gozo”. (Hatha Yoga Pradipika, cap. IV, v.30.)

La excitación emocional afecta el equilibrio respiratorio; igualmente, la deliberada regulación de los movimiento respiratorios modera la excitación emocional. Dado que el verdadero objeto del Yoga es el control y sosiego de la mente, el yogui aprende en primer lugar el pranayama para poder señorear su respiración. Ello le facilitará el dominio de los sentidos y le hará alcanzar la fase de pratyahara. Sólo entonces sus mente estará bien dispuesta para la concentración (dhyana).


Del libro: La Luz Del Yoga por B. K. S. Iyengar





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